Cagancho matando

Joaquín Rodríguez, Cagancho, fue un estoqueador muy desigual. Mató en bastantes ocasiones admirablemente, ejecutando la suerte suprema con loable estilo. Hacía una paradita o ligerísima pausa en el viaje y con este tranquilo entraba derecho en algunas excelentes estocadas.


Pero la mayoría de las veces no mataba a la primera, ni a la segunda. En una tarde bastante aciaga dejó colocados en el toro los tres estoques que llevaba en el fundón. Su mozo de espadas, Paco Botas, pidió un estoque prestado al otro matador de la corrida, que era de cuatro toros y dos matadores. Cagancho dio un pinchazo, dejando otra vez el estoque clavado en el astado. Nuevo estoque prestado y nueva operación parecida. Los cinco aceros clavados en el toro. El sexto y último se lo dio Paco Botas a Joaquín Rodríguez y al entregárselo le recomendó:

- Maestro, es la última espada que hay ya. A ver si acierta, porque si no, ¡va a tener que matar al toro con el as de bastos!

J.ROMÁN